Reportaje de Antologia:"Existe la doctrina RIBAS"?

-El crecimiento del jugador ¿de qué depende? ¿Cuáles valencias considerás prioritarias en un jugador?
*-Cuando estás en situaciones de riesgo competitivo, de conflicto bien entendido, donde el lugar en que estás y tus aspiraciones te convocan a lo máximo, no es un argumento solo, ni prioritario, el que te puede llevar a lograr lo que te proponés. En la vida los argumentos esenciales son tanto los espirituales como los emocionales y los intelectuales. Y en el fútbol lo mismo, las tres cosas. Porque estoy profundamente convencido de que un jugador de fútbol no es un jugador de fútbol, es un hombre que juega al fútbol. Ese hombre tiene valores esenciales vitales para jugar al fútbol, que son básicamente de orden espiritual, emocional e intelectual. Más hoy, que el fútbol está inmerso en una transformación tan grande, en una dinámica tan creciente, que todos los valores individuales que eran desequilibrantes, para poder seguir siéndolo, hoy tienen que tener la característica colectiva de temperamento, de personalidad y de solidaridad, cosas que, de repente, antes no se tenían por qué dar, aunque siempre a lo largo de la historia han mantenido su poder, su virtud de ser lo que establece el plus o el valor agregado, para encontrar la diferencia de un equipo, en lo colectivo, con los demás equipos.

-¿En qué consiste esa transformación?
*-A partir de esos valores esenciales que para mí no cambian, que son los mismos en el 2000 que en el 1900, surge la parte que sí ha tenido un desarrollo y un crecimiento, la parte física, táctica y técnica. Todo ese desarrollo, esa dinámica, ese crecimiento en cuanto a posibilidades de medios para mejorar lo físico, lo táctico y lo técnico, ayudan y alimentan lo individual, el hombre, que es en definitiva lo importante, sus valores espirituales, emocionales e intelectuales.

-¿En ese orden?
*-Creo que no tienen orden. Estamos muy afiliados a hablar de prioridades y porcentajes, ochenta por ciento, veinte por ciento, esto primero, esto segundo. Espíritu, emoción e intelecto, van juntos, aferrados, puestos al servicio de un crecimiento que tiene que ser homogéneo. Se entrelazan.(tenfieldigital.com.uy)